Quise hablar contigo y sólo hallé silencio...un silencio que no solo congelaba mi alma sino que también la hundía en millones de lágrimas.
Crucé ríos y bosques intentando huir de tu mirada y ella seguía ahí observando cada movimiento, profunda y solitaria como siempre.
Me lanzé al abismo y vi a los lobos desgarrar mis entrañas lentamente, pero seguías escondiéndote en tu mundo de sombras, sonreías con cada paso que yo daba, como si fueran calzando las piezas de un rompecabezas que tu mismo revolviste.
Ahora de regreso en la Tierra, el aire ha intentado ocultarme, pero siempre hay una parte de mí siguiendo al sol.
He dejado de jugar en el mar y he comenzado a avanzar en los mismos caminos de espinas por los que me solías guiar, llevo mis pies sangrantes ante tu improvisado altar donde sé que esta historia, un día,habrá de terminar.
