Uno más-no más

Que nunca fui perfecta y tal vez nunca lo seré,
que sólo intento ser yo y que no puedo cambiar...
imperfecta, un poco estúpida y honesta,
por más que intento no logro aparentar.
Quisiera desvanecerme entre la multitud,
quisiera que pudieras notarme en medio del ruido,
tantos pensamientos y tantos sonidos,
corro lejos de tus palabras.
Tengo miedo a tu rechazo,
tengo miedo a no serlo suficientemente buena,
me aterra que mi esencia quieran moldear.
Quiero que vean mi interior,
me he pasado la vida intentando mi alma mostrar,
mas la gente vive de apariencias, vive de envases.
Quizás deba esperar en una vitrina,
como aquel adorno feo al que nadie logra ver,
porque no quiero ser lo que el resto me quiere para ser,
porque no hay ojos que logren apreciar lo que hay muy dentro de mí.
Soy un florero roto,
soy un ave común
y tengo miedo a volar,
prefiero esperar aquí sentada
y que un ciego me pueda encontrar.

Gracias por la brisa que acaricia tu sonrisa,
gracias por tus hermosos ojos... oscuros como la noche,
gracias por la inocencia que late dentro de tu alma,
gracias por las sonrisas eternas,
gracias por este amor y la vida misma.
Gracias por un nosotros,
gracias infinitas por tomar mi mano y jamás soltarla,
gracias por esa sabiduría ancestral,
gracias por ser luz y armonía.

Tantos momentos congelados por el tiempo!!
Lo que el pasado ha abandonado no lo recuperará jamás el futuro.
Fuimos amigos, esposos y amantes, pero muchos siglos han transcurrido
desde que nuestras miradas se encontraron la última vez.
Te encontré y tu melancólica sonrisa se escapaba;
en un abrazo, la calidez de tu alma pude sentir.
Caminamos paralelamente,
probablemente las ironías de la vida también irán junto a nosotros.
El aroma de tu cabello, la suavidad de tu rostro,
las palabras honestas y el viaje que debe terminar.
Tan poco el instante y corres y te alejas...
es tiempo de partir, mas no significa un nuevo adiós.
Un beso en la mejilla y un hasta pronto nos separa.
Obliga al tiempo a acelerar su marcha,
así luego nuestro reposo tibio nos espera.
Cierro los ojos, qué hermoso porvenir!

Yacen aquellas flores
llenas de olvido,
sin alma y sin tiempo.
En el frío invierno,
un lamento
sin razón ni sentido,
aplaude al viento.

Se humedecen los cristales,
con cada latido
cuando la ira
despierta al llanto
y el llanto
alza su cansado vuelo.