martes, 29 de octubre de 2013

Se confunde el alma, el vacío extiende los brazos y me dejo caer. La vida trae amaneceres llenos de soledad, soles anaranjados y tardes que llenan mis pensamientos de melancolía. La vida sabe a dulce y a veneno, me encanta, me reencanta y me vuelve a asesinar. Las espinas se adhieren a mis pies descalzos y sólo la inmensidad de la noche alivia la carga que llevo en mi espalda. Quizás nunca he intentado ser realmente feliz, porque nací y crecí sabiendo que la felicidad jamás vendría. Ya no hay caminos, hay una corriente que me arrastra, me toma en sus manos y me dejo hipnotizar por esta fantasía.

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